“Deja el pasado atrás. Mátalo si es necesario”. Las palabras de Kylo Ren (Adam Driver) en la tan injustamente criticada Los Últimos Jedi no son más ya que un lejano eco de algo que pudo ser. Ahora, en El Ascenso de Skywalker, el pasado vuelve a la velocidad de la luz destruyendo prácticamente todo a su paso, incluido lo que Rian Johnson construyó tan cuidadosamente hace unos años.
La saga de los Skywalker, con altos y bajos durante más de 40 años de historia, ha concluido finalmente, pero un sabor agridulce queda en quienes no hace mucho veían un futuro promisorio en una franquicia que se reinventaba a sí misma. En su lugar, el temor se ha apoderado de ella, el lado oscuro ha ganado.
Tiempo después de haber escapado de la aniquilación total a manos del Líder Supremo Kylo Ren, Leia Organa (Carrie Fisher) supervisa nuevamente la construcción de una célula de la Resistencia para tratar de detener los planes de dominación galáctica de la Primera Orden. Mientras Poe (Oscar Isaac) y Finn (John Boyega) llevan a cabo peligrosas misiones en busca de un punto débil de sus enemigos, Rey (Daisy Ridley) continúa su entrenamiento para convertirse en una Jedi.
Pero una nueva amenaza para ambos bandos parece surgir en un rincón olvidado de la galaxia. Decidido a eliminar cualquier cosa que pudiera interponerse en sus planes, Kylo Ren viaja a un misterioso y lúgubre planeta, donde encuentra un peligroso y maligno vestigio del pasado.
Y así podemos seguir… Aunque todavía faltan los regresos de las caras conocidas, algunos sorpresivos, otros no tanto. Lo cierto es que ninguno resulta impactante en lo absoluto. ¿Y dónde quedaron las tan sonados Caballeros de Ren? Otra tremenda decepción.