En ella, Segundo es testigo de la faceta más cruel de la homofobia, aquella que se ha arraigado tanto en los pueblos latinoamericano hasta el punto de considerarla parte fundamental de sus usos y costumbres. Retablo es trágica y dolorosa, pero también sumamente conmovedora. Más allá de una triste historia de violento rechazo, se encuentra otra tan tierna como sincera sobre el amor entre padre e hijo.
Todo cambia cuando Segundo descubre el secreto más profundo de Noé, uno con la capacidad no solo de destruir el matrimonio de este, sino de acabar con lo que han construido. Su malestar crea un notable distanciamiento con sus progenitores, pero también una serie de dudas alimentadas por las actitudes y creencias de aquellos con quien convive.
Filmada en Ayacucho, sur del Perú, y hablada casi en su totalidad en quechua, la cinta ofrece una mirada sin compromiso al desenvolvimiento ordinario de los campesinos locales, el cual ve en Segundo y su hijo una inadmisible disrupción al statu quo, Este afrenta es la que pone a prueba a la familia, cuyos integrantes se debaten entre el amor que los ha unido todo este tiempo y la ideología que se afincado en ellos desde tiempos remotos.
Por esta razón, su gran labor queda al descubierto en sus protagonista, principalmente en Béjar, actor no profesional escogido tras un largo casting. A través del joven, el espectador es testigo de un cambio de ideas propulsado por el cariño, aunque amenazado también por la presión social.
Esto queda de manifiesto desde el comienzo, cuando él y su padre atestiguan cómo la justicia por propia mano se hace presente cuando es necesario. La tortura y humillación son parte esencial de cualquier castigo.
Desde brutales combates entre dos hombres en un ruedo ante un público sediento de sangre hasta la típica bronca de futbol para poder identificar “quién es más hombre”, Segundo se ve bombardeado por una serie de modelos hipermasculinos que moldean al macho ordinario: feroz, insaciable y lujurioso. Estas características claramente no están presentes en su padre, pero quizá nunca se había percatado de ello.
Una escena en particular, en la que Segundo se enfrenta a su libido y al instante que podría definir su integridad, nos ayuda a entender un poco más el conflicto en el que se encuentra.
En este sentido, Retablo señala las dificultades de salir adelante en un entorno en el que, además de la pobreza, las mismas reglas implícitas impiden al individuo desarrollarse plenamente. Así, este terreno emerge como uno sumamente fértil para la homofobia, el machismo y la violencia, apoderándose de todo trazo de la cotidianidad.