
Quizá la secuencia más incómoda y bizarra tiene lugar cuando Francis y Tom llaman a una amiga de este última para que se haga pasar por la supuesta novia que Guillaume tenía, esto para que su madre pueda descansar un poco más. Reunidos todos, los personajes cambian radicalmente su discurso volviendo la situación un completo disparate. Por un momento, la madre se muestra apacible y conmovida por el encuentro, pero un segundo más tarde, esta pierde el control y comienza a culpar a todos y cada uno de los presentes por la muerte de su hijo. Francis, por ninguna razón aparente, también comienza amenazar a la amiga de Tom, pero también le hace todo tipo de insinuaciones sexuales. La amiga inmediatamente se da cuenta de la situación que viven los personajes, pero aún así decide quedarse estando al tanto de lo enfermo de todo el asunto. Finalmente, Tom, se muestra ahora sumiso y esperanzado, cree que lo mejor es quedarse en la granja para cuidar a Francis y la madre. Terminada la reunión, los jóvenes salen a tomar unas cervezas nuevamente en el rol que tenían antes. ¿A dónde quería llegar Dolan con esto? ¿Mostrar que Tom era víctima de una peculiar variante del Síndrome de Estocolmo? Antes de todo esto ya era un tanto evidente, pero en fin.
De igual manera, hay varios aspectos de la trama que carecen de aparente justificación. ¿Por qué la madre tenía cierto recelo hacia Francis? ¿Por qué Tom nunca buscó otra manera más radical de irse? Al final, parece que el guión de Dolan cojea de varios frentes.
Finalmente, la misma situación no parece dejar desarrollar a los personajes, pues nunca vemos más allá del Tom torturado o agobiado y del abusivo y obsesionado Francis. Aunque parezca lo contrario, estos resultan unidimensionales.
Por supuesto, hay varias cosas rescatables e interesantes, como el cambio de formato que utiliza Dolan para cerrar las secuencias en las que Tom se ve sometido a una gran presión. Poco a poco, la toma se va cerrando verticalmente oprimiendo al protagonista y dejándolo sin salida, tal y como está sucediendo en la trama. De cualquier modo, aunque el recurso tiene su valor, sigue sin aportar algo realmente importante mas que lo evidente.
La música, sumamente dramática en ocasiones, es otro de los elementos destacados de la cinta.
Tom en el Granero es un experimento que busca combinar comedia y drama de una manera poco usual y ciertamente poco efectiva. Hay quienes dicen que la aparición de Dolan en cada plano cae en lo narcisista y superficial; sea cierto o no, la hermosa cinematografía no rescata a una película que pudo haber sido mucho más interesante y convincente, todo una lástima. Esperemos que el joven francocanadiense nos demuestre algo más con Mommy, su último trabajo.