Las películas sobre reuniones familiares en ocasiones resultan intensos dramas que dejan al descubierto las rivalidades entre sus integrantes o profundas heridas producto de una vieja disputa. Los largos diálogos y secuencias son una característica fundamental de ellas y es a través de las conversaciones entre los personajes que poco a poco nos adentramos en la caótica dinámica, algo enteramente normal en un núcleo como este. Sieranevada es uno de los más recientes ejemplos de lo anterior en el cine mundial, una historia sobre una numerosa familia rumana que se reencuentra ante un lamentable suceso, solo para avivar cualquier tipo de conflictos, desde discusiones sobre el entorno mundial y nacional, hasta las clásicas películas de Disney.
Para lograr las marcadas diferencias familiares, Puiu concibe a personajes contrastantes. Tenemos, por ejemplo a la abuela comunista quien asegura que la instauración del este sistema trajo prosperidad al país, idea que choca con una de las hermanas de Lary, quien cree que la ideología destruyó la nación y oprimió aún más al pueblo. Está también uno de los nietos más grandes, quien está más que seguro que el el atentado terrorista del 11 de septiembre fue orquestado por el mismo gobierno de Estados Unidos. Las nuevas generaciones igualmente están representadas con una de las más jóvenes sobrinas, una rebelde chica que llega a la cita con una extranjera alcoholizada y que escandaliza fuertemente a los más grandes. Esta mescolanza nos abre el panorama hacia la Rumania de la actualidad, una tierra que ha sufrido bastante, lo cual se puede notar en los sentimientos y pensamientos de su gente.
Sieranevada es toda una prueba para el espectador, pues las tres horas de duración, la ausencia de una trama convencional y los cargados diálogos pueden parecer abrumadores y muy pesados en distintos lapsos. Puiu se abstiene de revelar varios detalles sobre lo que está ocurriendo y no es hasta sino muy adelante que nos enteremos del motivo de la reunión y el trasfondo de algunas situaciones por las que discuten los personajes. El sentido del humor de Puiu es digno de destacar, pues varias de las conversaciones toman giros cómicos inesperados. Sea como sea, la cinta es una muestra más del gran momento del cine rumano, el cual brilla también en otro frente a cargo de Cristian Mungiu, quien con su más reciente obra, Graduación, nos ofrece una mirada hacia los estigmas de la sociedad rumana y la eterna sombra de la corrupción.