El estudio británico de animación Aardman, creadores de Pollitos en Fuga y Wallace y Gromit, está de vuelta este año con otro de sus propiedades más famosas: Shaun el Cordero. Con una historia completamente familiar, el estudio trae a la pantalla grande al intrépido cordero con su característico stop-motion con arcilla. El resultado, un esfuerzo convencional pero a la altura de lo que Aardman nos tiene acostumbrados.
Por otro lado, el guión también hace una sutil examinación de la cultura británica, y occidental en general, concentrándose en su fascinación por lo superficial. Por un desafortunado incidente, El Granjero termina convirtiéndose en una estrella del estilismo. Su despreocupada apariencia pronto causa furor en las masas y su trabajo, el cual es producto de un accidente, ahora es tomado por la Gran Ciudad como una obra de arte. ¿Cuántas veces no se idolatran cosas sin valor dentro del mundo artístico? El Granjero vuelto estilista es una construcción de la sociedad, nada es auténtico.
En el aspecto técnico, Aardman se luce con paisajes y sets sumamente detallados y espectaculares. La ciudad, la cual evoca a Londres en varios aspectos, presenta todo tipo de curiosidades y elementos que realmente logran crear una ambientación británica. Los personajes presentan las facciones caricaturescas habituales del estudio y aunque estos no pueden compararse con los que hace Laika por ejemplo, los cuales son marionetas, vaya que logran comunicar sus emociones efectivamente a base de muecas, gestos y movimientos, pues las voces se limitan a emitir gruñidos, balbuceos y gritos, nada de diálogo.
La comedia es sin duda el mayor valor de esta cinta. Sin ir demasiado lejos, varias situaciones graciosas y personajes disparatados hacen de verla algo muy placentero. Atentos a las referencias populares, como Breaking Bad o los Beatles.
Shaun el Cordero es una buena película animada que derrocha ternura y optimismo. Si bien Aardman no sale de su zona de confort, el equipo demuestra que son unos maestros para ejecutar fórmulas ya probadas pero sin un gramo de pretensión, vicio que suele afectar a la animación convencional de la actualidad.