Los niños, víctimas colaterales de la violencia en nuestro país, viven una cruda realidad en la que, contra todo pronóstico, encuentran un mundo fantástico en el que pueden seguir siendo ellos mismos, aunque sea solo por un instante.
Mientras, Shine (Juan Ramón López), otro niño desamparado que se ha curtido en las calles desde hace tiempo, despierta la ira del cartel de Los Huascas cuando roba el celular de uno de sus miembros, poniendo en peligro un secreto criminal. Cuando ambos jóvenes se encuentran, una aventura por la supervivencia y tratar de encontrar aquello que les han arrebatado da inicio.
Disponiendo de un elenco juvenil que cumple cabalmente haciendo creíbles las situaciones en las que sus personajes se ven inmersos, así como de una serie de recursos visuales poco comunes para este tipo de historias, López hace de esta cinta algo único y relevante en un momento de la historia nacional en la que la guerra parece no tener fin.
Vuelven es prácticamente un cuento de hadas. Estrella, la protagonista, es una princesa en busca de su madre. Las armas con las que cuenta son tres poderosos deseos y una bandada de escuderos dispuestos a combatir el mal que también los ha afectado a ellos de una forma u otra. Shine, su líder de facto, se presenta como una fuerza indomable pero ciertamente justa.
Sus responsabilidades implícitas incluyen proteger a los suyos y el techo de una casa del que se han apropiado, donde, cual Peter Pan, ha creado una pequeña utopía infantil. Del otro lado, El Caco (Ianis Guerrero) y su jefe, El Chino (Tenoch Huerta) representan al gran villano, aquel que hará todo lo posible por apoderarse por completo del reino que han invadido.
Por si fuera poco, el involucramiento de la niña con los desamparados también crea en ella un rol cuasimaterno, algo así como una protectora cuyo amor parece ser más fuerte que cualquier otra cosa que hayan experimentado hasta ahora. En un entorno de brutalidad y muerte, su presencia resulta un aliciente para Shine y sus compañeros, aunque este último se muestre reacio a aceptarla en un comienzo.
El universo de Vuelven es tan bello como terrorífico. Mientras los bellos grafitis cobran vida en las paredes de las derruidas calles, los embolsados también regresan de su aparente descanso en busca de venganza. Así como aparece de la nada un estanque de hermosos peces dentro de un edificio en ruinas, un ineludible rastro de sangre comienza a perseguir a la protagonista. Este realismo mágico del que López dispone nos muestra ambos rostros de la peculiar fantasía en la que se desenvuelven estos personajes.
“Los tigres no tienen miedo”, se repite Estrella a sí misma. Su determinación y el sentido de pertenencia que genera durante la trama representan el último recurso ante la amenaza que se cierne frente a ella. Quizá le quitaron a su madre y la relativa paz que había en su vida, pero no la humanidad que le permite distinguirse de aquellos que buscan destruirla.