¿Qué pasa cuando una jovencita simplemente decide que no está preparada para ser madre? ¿Cómo terminar con el embarazo en medio de un entorno conservador y sin ninguna oportunidad a la mano? En Never Rarely Sometimes Always nos topamos de lleno con una desconsoladora historia que vuelve a poner sobre la mesa las distintas dificultades que representan el acceder a un aborto.
Cuando su prima Skyler (Talia Ryder) se da cuenta de lo que está sucediendo, sin chistar le ofrece todo su apoyo. Así, ambas chicas se embarcan en un viaje a la inmensidad de Nueva York, donde aguarda una oportunidad de cumplir con su objetivo, pero también una inconmensurable incertidumbre.
Never Rarely Sometimes Always es una mirada sin compromiso al suplicio que puede significar un aborto en una sociedad dominada por el hombre. Eliza Hittman, directora y guionista, se vale del pequeño mundo de Autumn para desarrollar un discurso que deja al descubierto el largo trecho que todavía queda por recorrer en cuanto a la legislación del aborto, sin mencionar la falta de empatía que todavía existe alrededor del tema.
La cinta, directa y sin ningún tipo de aspaviento o recurso grandilocuente, nos recuerda que una decisión tan personal como la de terminar prematuramente un embarazo no necesita de más obstáculos, sino de todo el apoyo posible.
Flanigan interpreta a una niña lastimada física y emocionalmente. Las primeras escenas rápidamente nos insertan en el ambiente tóxico en el que se desenvuelve. Insultada y pisoteada aparentemente por su único “delito” de haber entregado su cuerpo (posiblemente a la fuerza), Autumn se siente acorralada y fastidiada, aunque su actitud de indiferencia demuestre lo contrario. Por si fuera poco, este infierno solo es la antesala para lo que viene a continuación: un embarazo no deseado.
Flanigan consigue disimular la pesadumbre de su personaje a través de una fachada de fortaleza, la cual tampoco es tan necesaria, pues pocos o casi nadie a su alrededor le prestan atención. A través de silencios y una inexpresividad avasalladora, la actriz nos presenta solo una faceta de una mujer al borde del colapso.
Todos los personajes masculinos de Never Rarely Sometimes Always muestran lo peor de sí mismos al interactuar con sus contrapartes femeninas. Ya sea el gerente del supermercado donde Autumn trabaja, quien le besa la mano en contra de su voluntad; o un aparente jovencito sofisticado que solo ofrece su ayuda buscando algo más, los hombres de esta historia no tienen reparo en disponer sexualmente de las mujeres. Lo peor de todo es que nadie ve realmente lo que sucede como para poder juzgarlos.
Pero entre toda esta oscuridad, Skyler surge como una luz en el horizonte. Sin pedir perdón ni permiso, la prima se coloca como el único apoyo al que Autumn puede recurrir. Ella también sufre del mismo acoso, pero la forma en la que lidia con el es totalmente diferente. Si bien es cierto que ella no ha pasado todavía por algo tan traumático como Autumn, su cuasi inocencia le permite sacar provecho de las situaciones que se ponen delante suyo, especialmente las que involucran a hombres sin escrúpulos, aunque cualquiera diría que se trata más bien de un noble sacrificio.
Skylar y Autumn contrastan notablemente. Las vemos interactuar poco debido a la renuencia de la afectada a mostrar sus emociones, la sororidad que proyectan es probablemente el aspecto más poderoso de Never Rarely Sometimes Always. Resulta sorprendente saber que esta es apenas una de las primeras apariciones cinematográficas de estas actrices.
Pero el momento más impactante de la cinta involucra únicamente a Autumn, cuando justamente la vemos desahogarse emocionalmente por primera vez. En esa devastadora escena, la chica se sincera con dificultad ofreciendo algunos tristes detalles sobre su vida sexual, la cual ha quedado marcada ya por la violencia, el abuso y la manipulación.
Como si estos terribles acontecimientos la hubieran despojado de cualquier sentimiento, Autumn se encuentra nuevamente con su lado más sensible, así como con la posibilidad de llorar y reconocer que ella es la víctima y que está bien recibir ayuda. Es en ese momento en el que verdaderamente se da cuenta que no está sola.
Es cierto que los abusos no desaparecerán mágicamente. La tranquilidad y posibilidad de alcanzar una paz emocional quizá nunca vayan a ser una realidad, pues de regreso yace todavía aquella amenaza masculina invasiva. El suplicio no termina. Sin embargo, al saber que hay alguien ahí para escucharla y acompañarla, quizá todo pueda ser al menos un poco más llevadero. Esta es la historia de Autumn, pero también la de miles de adolescentes que han pasado por lo mismo.