Honey Boy ofrece una mirada sin compromiso a la soledad de la estrella mediática, aquella cuya pequeñas tragedias se esconden detrás de espectaculares explosiones y cualquier cantidad de efectos especiales. Esta cinta representa la catarsis de uno de ellos, un ejercicio simple pero muy honesto que nos abre las puertas hacia una lastimosa relación.
Así. Otis navega entre el presente y pasado buscando la manera de salir de las tinieblas y reconciliarse finalmente consigo mismo y con el triste recuerdo de su padre.
Pero más importante aun es el riesgo que corre al interpretar a su papá, aquella persona que lo privó de una infancia normal y de las alegrías características de esta etapa, las cuales terminaron siendo reemplazadas por cajetillas de cigarros, groserías y una dosis de violencia física y emocional.
Así, Honey Boy nos mueve entre ambas líneas temporales, pero también a través de pesadillas, sueños, alucinaciones y hasta las mismas escenas que el pequeño Otis graba. En ocasiones, la línea que divide cada una se esfuma, dándole oportunidad a Har’el de plasmar su sello visual. Otis también se pierde en estos momentos, fusionando el ayer con el hoy, su trabajo con su vida personal y el afecto de distintas personas ajenas a su padre, creando dentro de sí una notable inestabilidad emocional.
Aunado a ello, Jupe muestra una notable química con LaBeouf. Juntos nos regalan momentos desconsoladores en los que encontramos innumerables trazos de una relación tóxica cuyo eco se hace sentir en el Otis adulto, quien solamente parece moverse en los extremos emocionales para dar a conocer cualquier sentimiento, ya sea positivo o negativo.
Este símil entre James y Otis es incluso vaticinado por el primero, quien le recuerda al segundo que viene “un linaje de alcohólicos”, gente con sus propios demonios que encontraron en el alcohol su único “aliado”. ¿Será entonces que Otis estaba destinado a la tortura desde el comienzo?
La humillación y la manipulación son sus armas más poderosas para mantenerlo bajo control, por más buenas intenciones que tenga.
Todo eso que hace que su conflicto con Otis sea todavía más doloroso de ver, sobre todo cuando este último clama desesperadamente por una figura paterna en la cual pueda apoyarse.
Honey Boy igualmente tiene distintos instantes en los que la ficción apela a la realidad para hacer escuchar la voz de LaBeouf, como si hubiera esperado siempre este momento para hablarle, donde quiera que se encuentre ahora, para ayudarlo a sanar sus heridas después de todo.