Hace 22 años, Steven Spielberg revolucionó el cine con un clásico instantáneo. Hasta el día de hoy, Parque Jurásico permanece como una de esas obras que gozan de una aprobación universal entre numerosas generaciones. ¿Quién no se conmovía igual que los protagonistas al ver a los dinosaurios por primera vez? ¿Quién no podía dejar de contener el aliento ante la inminente aparición del Tiranosaurio Rex? ¿Quien no se imaginó caminando a lado de estas bestias? Ahora, después de tanto tiempo y dos fallidas secuelas, el parque vuelve a abrir con nuevas atracciones, nuevos personajes y la promesa de volver a maravillarnos de nuevo. Sin embargo, a pesar de quitarnos el trago amargo de las cintas anteriores, Mundo Jurásico nos recuerda que el suceso de la primera fue verdaderamente algo único y que jamás volverá a repetirse
Varios momentos de la trama merecen un “Ay, no puede ser” en lugar de un “¡No puede ser!”. Un pequeño niño reparando un auto parado por más de 20 años, dinosaurios de distintas especies trabajando en equipo para vencer a un depredador en común, una trama genérica de hermandad y amistad no se comparan en nada con el hecho de que Dallas Howard corra por su vida en unos llamativos tacones durante toda la película. Son esos detalles por los que Mundo Jurásico no puede tomarse en serio. Mucho se criticó el hecho de que el personaje de Chris Pratt, Owen Grady, el experto en Velociraptors, pudiera domar a los mortíferos animales, cosa que al final resulta no más que una treta para dotar de cierta carga emocional a la historia. Pero la verdad es que sacar a relucir el “lado “manso” de estas perfectas máquinas de matar resulta ridículo y hasta ofensivo para todos los amantes de la cinta original.
Mucho énfasis se hace en la necesidad de crear nuevas atracciones para seguir atrayendo la atención del mundo. “A la gente ya no le impactan los dinosaurios”, dice la directora del parque mientras se dirige a la jaula del Indominus Rex. El temible mutante parece guardar cierta relación con la película misma, pues su bombástica representación y sus formidables cualidades opacan a los dinosaurios “de verdad”, y no en el buen sentido de la palabra. Las secuelas de la franquicia han convertido a estos seres en monstruos creados por el hombre que terminan por matar al hombre y destruir todo lo que se encuentre a su alrededor. El Indominus Rex es la clímax de esta aberración. “Más grande, más fuerte, con más dientes” (pero sin alma). El slogan de la atracción híbrida bien podría describir este relato.
Lo más preocupante de todo es el que camino que se ha decidido seguir. InGen, la corporación que siempre ha querido explotar a los dinosaurios con otro propósito, finalmente se sale con la suya al robar varios embriones en medio de la catástrofe. Aparentemente, y tal como insinúan los villanos, estos serán usados como armas de guerra de alguna forma u otra. ¿De verdad veremos una quinta película con dinosaurios con armas montadas tras las líneas enemigas en un conflicto armado? Por más extraordinario que suene, esto implicaría la muerte espiritual de la serie.
Aunque en toda la franquicia no haya un personaje humano memorable, quizá con la excepción de Ian Malcolm (Jeff Goldblum), los nuevos protagonistas realmente quedan para el olvido. Por alguna razón, Trevorrow y su equipo de guionistas consideraron importante que el más pequeño de los niños tenía que hablar sobre el posible divorcio de sus padres en algún punto, que el otro tratara de ligar todo el tiempo y que Claire dejará ver en cada instante su frivolidad. Como era de esperarse, al final, los hermanos logran crear un vínculo y la directora descubre sentimientos en sí misma que la hacen un poco más “humana”. Es difícil poder establecer quiénes están más vacíos en esta historia, si los humanos o los dinosaurios.
El pésimo guión termina por percatarse de sus más irrelevantes personajes al deshacerse de ellos de las formas más súbitas y estúpidas. Mientras Masrani encuentra su final en un accidente de helicóptero tras no haber actuado de ninguna manera responsable ante el inminente desastre, Hoskins (Vincent D’Onofrio) muere a manos de un Velocirraptor que aparece prácticamente de la nada. Y eso sin mencionar a la idiota asistente de Claire encargada de cuidar a los niños, quien es zarandeada, torturada y comida primero por un Pterodáctilo y luego por el masivo Mosasaurio.
A pesar de estar en camino a convertirse en una de las cinco películas más taquilleras de toda la historia, Mundo Jurásico resulta una gran decepción. La obsesión por querer mostrarnos cómo sería un parque temático de dinosaurios no deja espacio a la tensión, la emoción y el desarrollo de una trama creíble dentro de los parámetros establecidos. Puede que todo valga la pena cuando vemos al inolvidable Tiranosaurio Rex peleando a muerte con el Indominus, pero para entonces ya hemos tenido suficiente de una ridiculez tras otra. Una verdadera lástima.