¿Qué pasa cuando nos damos cuenta que algo no nos satisface en la vida? ¿Qué necesitamos para poder sentirnos completos? A pesar de las imposiciones sociales, no hay ningún camino predeterminado a seguir, quizá eso es lo que hace tan interesante nuestras propias decisiones. La Vida de Adèle, ganadora de la Palma de Oro de Cannes el año pasado, plantea precisamente estas preguntas en la vida de la protagonista, valga la redundancia. Dirigida por el tunecino-francés Abdellatif Kechiche, esta obra presenta un gran talento histriónico, una verdadera y cruda historia de amor y una impecable dirección.
Y así, por “coincidencia” tal y como le explica a Emma (Léa Seydoux), la chica del cabello azul, cuando la vuelve a encontrar finalmente en un bar gay, comienza la relación entre ambas. Por coincidencia. Adéle se ha dejado llevar una vez con tal de encontrar eso que ha despertado su curiosidad, al igual que las circunstancias de su vida la han puesto en esta encrucijada.
Emma es una chica mayor, su azulada cabellera refleja su artística personalidad y su forma de ser resulta toda un misterio por descubrir para Adèle. Esto también es amor a primera vista para Emma; a pesar de que ya tiene novia, esta no puede evitar sentirse sumamente atraída por ella; su belleza, su inocencia y su aparente desorientación resultan irresistibles.
Con Emma, Adèle comenzará a probar cosas completamente nuevas para ella, y no solamente desde el punto de vista sexual, sino del amor mismo, pues la enigmática chica se convertirá en su primer y única pasión. En este primer encuentro, tras charlar unos minutos, Emma le ofrece una malteada, la cual Adéle prueba sin inquirir demasiado, solo para luego expresar abiertamente que no le había gustado. Habrá momentos en su relación que bien podría describirse así, estar con Emma y una artista no será nada sencillo, pero Adèle tendrá que aprender a adaptarse y superar los obstáculos que se vengan.
Poco a poco, Adèle comienza a cambiar su día a día, para bien y para mal. Las visitas de Emma a la escuela de esta empiezan a levantar sospeches entre sus amigos, quienes muestran su verdadera cara al demostrar desprecio y asco por la probable orientación sexual de su compañera. Como si se tratase de su propia madre, las chicas de su grupo no dudan en atosigarla y hacerle saber lo mal que estaría si en verdad estuviera saliendo con una mujer. Aunque no sea nada nuevo, La Vida de Adèle nos lleva muy de cerca al tema de la discriminación sexual y a los cánones sociales relacionados con el sexo que se encuentran muy arraigados todavía en muchas personas. Una escena clave viene poco después. Adèle invita a Emma a comer a su casa con su sus padres, los cuales creen que es una amiga y que la ayuda a estudiar. Pronto, la vieja guardia sale a relucir con los comentarios del padre, de quien pronto se entiende que no aceptaría los nuevos descubrimientos de su hija. Un abrupto corte nos lleva a una sesión de apasionado y un tanto salvaje sexo. Kechiche hace una clara declaración con esto.
Y así es como llegamos al sexo, la parte más controversial y espectacular de la cinta. Digo controversial por la polémica que generó en sus momentos estas escenas entre las dos actrices, en donde nada queda a la imaginación. Pero suficiente de eso, hablemos de lo que realmente importa. La primera vez que Adèle y Emma tiene relaciones sexuales es sin duda uno de los momentos más bellos y mejor trabajados de la cinta desde el punto de vista histriónico, técnico y artístico. El director otorga a este momento un tiempo que podría resultar descabellado convencionalmente, pero era en verdad necesario mostrar cómo Adèle disfruta de su primer experiencia sexual no con una mujer, sino con alguien que ama, porque a final de cuentas, es ahí donde está el punto, la cinta nos cuenta la historia del primer amor de la protagonista, no de la primera persona del mismo sexo que se enamora. Al final elaboraré este argumento. En fin, es en esta larga escena que podemos apreciar el amor en todo su esplendor; las caricias, los besos, los apretones, las nalgadas, los roces, cada movimiento es captado por la cámara de una manera que nos deja ver el placer en su máxima expresión. La toma final, cuando ya han acabado, es sencillamente la mejor de toda la cinta; sus cuerpos desnudos, sudados y entrelazados de una forma tan rebuscada pero al mismo tiempo tan pacífica no expresan mas que satisfacción pura.
Con el paso del tiempo, ambas chicas comienzan a conocerse entre sí cada vez más. Adèle comienza a involucrarse con el círculo de amigos artistas de Emma y es aquí donde su amor es puesto a prueba. Celos, marginación, y el sentido de la no pertenencia comienza a apoderarse de ella. En otra escena clave, Emma insta a Adèle, quien ya trabaja como profesora en un jardín de niños, a que haga más de su vida, a que se libere de formas que hasta ese momento no ha intentado, pues siente que no es feliz del todo. Es entonces cuando nos preguntamos ¿qué quiere Adèle realmente en la vida? ¿Entregar sus deseos y aspiraciones a una sola cosa, en este caso Emma, o triunfar en lo que sea quiere hacer con su pareja a lado? ¿Tiene miedo de perder lo único que conoce de verdad? Sus siguientes acciones resultan contradictorias, pero no son más que un reflejo de las dudas que todos llegamos a tener, un síntoma de la imperfección humana y de la inseguridad que a veces nos invade como individuos.
SPOILERS ADELANTE. Adèle, al sentirse sola, busca consuelo con un compañero del trabajo, con quien sostiene varios encuentros sexuales. Emma no tarda en darse cuenta y termina de manera tajante su relación con ella. Los últimos momentos de la película nos muestran la desesperación, frustración y zozobra que llevan a Adèle hacia una nueva faceta de la vida: el desamor. Aunque con el tiempo Emma la perdona, esta ya ha dado por cerrado todo el asunto. Así, a Adèle no le queda mas que seguir con su vida, pero siendo alguien muy distinto a cuando toda esta historia comenzó. TERMINAN SPOILERS.
Abdellatif Kechiche nos ha regalado una historia de amor verdadero, en donde lo importante no es la orientación sexual de las personas, sino su propia búsqueda para sentirse completos, ya sea con un hombre o con una mujer. Emma es el primer amor de Adèle, y al mismo tiempo, la parte que faltaba en su vida, o desde otro punto de vista, lo que necesitaba para estar en paz consigo misma. Es interesante como Adèle nunca se asume a sí mismo como lesbiana mas que en una sola ocasión en la que realmente se incomoda. Lo que de verdad quería era entender qué pasaba consigo misma.
Resulta curioso que las dos actrices que hayan quejado de la forma de trabajar de Kechiche, de la cual acabaron hartas hasta el punto de declarar que no volverían a trabajar con él; y sin embargo, el resultado ha sido sumamente emotivo, real y toda una enseñanza de vida.
Gracias por compartir tu reseña. Toda esa pasión desbordada por ambas, lo entiendes con la escena de la cafetería, y llegas a comprender muchas cosas del sentir de Adèle hacia Emma.