La gran astucia de esta historia radica en su estructura, una muy ligada a la temática lingüística de la misma. Louise descubre con el tiempo que el lenguaje hablado de los heptápodos trasciende el tiempo y que son capaces de hacer oraciones completas en solo una fracción de segundo, lo que Donelly compara con la hipotética capacidad de los humanos de escribir una igual con las dos manos y de adelante para atrás, algo así como un palíndromo. La Llegada podría caer bajo este término. Conforme el relato avanzo, trazos visuales de una pequeña niña parecen perturbar a Louise mientras su interacción con los alienígenas se vuelve más intensa y personal. Cerca del final todo es revelado. La verdadera intención de estos es brindar una herramienta con un poder inconmensurable y la profesora ha sido una de las elegidas para recibirla. ¿De qué se trata? La capacidad de ver el futuro. Así, Villeneuve y Heisserer se las ingeniaron para relatar el principio y el final de manera paralela; es decir, el futuro de Louise como madre se interconecta con su presente y la crisis extraterrestre. La total comprensión de su nuevo poder será determinante para definir el rumbo de la humanidad.
Si bien la gran inteligencia con la que ha sido construida este relato ha sido alabada, los más críticos han mostrado cierta renuencia a aceptar esta propuesta narrativa por una sencilla y válida razón: el guión no es más que un cursi y flagrante engaño. La película comienza haciéndonos creer una cosa, lo cual invariablemente nos da una percepción muy específica del estado de ánimo y personalidad de Louise, más adelante se revela que lo que vimos en un comienzo en realidad es el final y comprendemos que el conflicto interno que parecía agobiarla en realidad nunca existió. Por si fuera poco, el clímax parece estar sustentado en deus ex machina originado por su nuevo poder. Cada quién decide cómo interpretar estos sucesos.
Lo cierto es que La Llegada no solo da de qué hablar en el aspecto narrativo, sino también en lo visual. Villenueve nos ha acostumbrado a un estándar estético sin importar con qué fotógrafo esté trabajando, así lo hemos podido constatar en obras como Enemigos Idénticos y Sicario. Su nuevo trabajo no es la excepción y la labor que Bradford Young ha desempeñado es realmente destacada. La solemnidad que expresan sus imágenes es apabullante y la técnica desplegada es de primer nivel. Basta con recordar la escena en la que Louise e Ian entran a la nave por primera vez. Young juega con la perspectiva audazmente y nos regala un bello momento en donde la gravedad es la principal protagonista. Mención especial merece la inquietante música de Jóhann Jóhansson, en la que las cuerdas juegan un papel decisivo. Un estilo minimalista altamente estimulante.
La Llegada definitivamente dignifica nuevamente al género de ciencia ficción, pero también le da un enorme valor al concepto del blockbuster, pues a pesar de tratarse de una película relativamente pequeña podemos encontrar una gran ambición y distintos elementos que, para bien o para mal, la encasillan en el mismo lugar que las grandes producciones de Hollywood, como ese incesante sentido de urgencia que se vive casi la mitad de la trama. Sea como sea, Denis Villenueve demuestra nuevamente su habilidad como director y, en esta ocasión, su deseo de explorar la esencia de nuestra existencia a través de la ciencia ficción, cosa que indudablemente se encuentra haciendo de nuevo con Blade Runner 2049. Podemos estar tranquilos, el clásico está en buenas manos.