Pixar nos ha deleitado ya muchas veces en el pasado. Con casi 20 años de existencia, el estudio perteneciente a Disney permanece como uno de los más vanguardistas no solo por haber revolucionado las técnicas de animación en el cine, sino por sus emotivas y eficaces historias. Juguetes, monstruos, autos, superhéroes, peces… La compañía ha presentando ya diversos aspectos de la naturaleza y de la sociedad en sus películas, pero es quizá con Intensa-Mente en donde el constante deseo de experimentar ha llevado a sus directores, guionistas y animadores a crear su producto más complejo hasta ahora. ¿Pueden las emociones básicas humanas, representadas en pintorescos personajes, llegar a involucrar de lleno al público como lo hicieron Woody, Nemo o Wall-E en el pasado? Veamos.
Intensa-Mente deja claras las reglas de su mundo desde el comienzo. La mente de cada uno está regida por las cinco emociones mencionadas previamente. Aunque cada una de ellas tiene como misión proteger a Riley del exterior, estas actúan para generar recuerdos, sean buenos o malos, que conforman la intrincada y vasta mente de la niña. Cada una de estos ha contribuido también a crear las “islas de la personalidad”, las cuales hacen de Riley una persona única de acuerdo a sus gustos, lazos familiares, carácter, etc.. En su cabeza, las cinco emociones trabajan en equipo, pero es Alegría la que férrea y celosamente trata de encaminar la vida de la pequeña hacia donde ella cree conveniente. Con una memoria llena en su mayoría de bellos recuerdos, Alegría comienza a perder el control cuando la hasta ese momento marginada Tristeza adquiere poderes preponderantes que amenazan la “felicidad” de Riley. La cinta expone uno de los conflictos más grandes por los que todo humano atraviesa: la búsqueda de la identidad. Hasta que la historia comienza, la vida de la niña es casi perfecta, pero situaciones que no puede controlar son las que la hacen sentir frustrada, solitaria y hasta infeliz, algo completamente normal, pero de profundas consecuencias en uno. Pete Docter, el director, le ha dado una vuelta a la típica historia de la maduración y ha encontrado en sus personajes una divertida forma de explicar el asombroso funcionamiento de la mente humana.