Después de tropezar con varios baches, el MCU finalmente camina en terreno firme con Thunderbolts* (2025). No desde Guardianes de la Galaxia Vol. 3 (Guardians of the Galaxy Vol. 3, 2023) un proyecto de Marvel en cine se había preocupado realmente por desarrollar a sus personajes para crear una conexión emocional con los espectadores. Si bien es cierto que la cinta no reinventa nada en absoluto, y que, a pesar de sentirse relativamente fresca, se apega en general a la fórmula de las películas de superhéroes, el cierre de la fase cinco deja un buen sabor de boca y expectativas para el cierre de otro arco que promete cambiarlo todo.
Reunir a un grupo de personajes “poco importantes” para armar un superequipo es algo que ya se ha visto antes, no solo en el género, sino también en el mismo MCU. James Gunn, responsable de la saga Guardianes de la Galaxia y El Escuadrón Suicida (The Suicide Squad, 2021), se convirtió en experto para dotar de carisma a héroes, antihéroes y villanos de pacotilla y volverlos favoritos del público. Marvel, queriendo repetir este éxito, tenía en Thunderbolts* una oportunidad, y vaya que la han aprovechado, tanto para crear otro equipo dentro de su universo cinematográfico como para enderezar el camino después de muchos desastres en su mayoría narrativos. El resultado es una película ordinaria, pero con un conflicto que va más allá de lo cómico o del simple hecho de derrotar al enemigo en turno.

El corazón de la cinta se encuentra en la exploración de la depresión, un tema prácticamente inédito prácticamente inédito a un nivel más sustancial en el MCU. El vacío de individuos lastimados, usados y solitarios es la excusa perfecta para traer a personajes secundarios de proyectos pasados y comentar acerca de su estado psicológico. En este sentido, la amenaza que surge como antagonista encaja muy bien con el trasfondo, que pronto se revela más como una oscura manifestación de las frustraciones existenciales de los protagonistas. El último acto, por ejemplo, consigue subvertir la expectativas de una batalla final con algo más interesante desde el punto de vista psicológico.
Tenemos que decir también que Thunderbolts* no está exenta de imperfecciones. Hay varios lapsos en las que las escenas se sienten torpes ―como aquellas en las que los antihéroes deben proteger a unas personas de escombros que caen del cielo― o cargadas de la exposición a la que nos tiene acostumbrados el blockbuster contemporáneo. Por suerte, la presencia de Florence Pugh y la caracterización de Lewis Pullman como Bob le dan un toque especial a la cinta, la primera con su carisma y el segundo manejando efectivamente la introversión que demanda su papel. El alivio cómico de David Harbour es igualmente bienvenido.

Es bueno ver a Marvel trabajar de nuevo en locaciones o sets y no frente a una pantalla verde todo el tiempo. Thunderbolts* cobra consciencia de sí misma y hace entender a sus personajes lo “desechables” que son, un aspecto que amarra el contexto d3presivo del filme, y que lo emparenta un poco con las temáticas que suele abordar The Boys (2019 – )―serie con la que hay otra conexión relacionada con los superhéroes de laboratorio―. En suma, lo más nuevo del MCU cumple en general con las expectativas al construir una historia sobre enfrentar al pasado y trabajar en equipo para lidiar con la oscuridad, lo cual le da un propósito a los antihéroes en cuestión.