Steven Soderbergh es un tipo que siempre ha buscado formas disruptivas de presentar sus historias, sobre todo después de haber vuelto del “retiro”. En Presencia (Presence, 2024), el director, de la mano del alguna vez muy cotizado guionista David Koeep, le entra de alguna manera a lo sobrenatural con una íntima crónica sobre la muerte que, a pesar de una idea interesante, nunca consigue tener el impacto deseado.
Primero lo primero: la cinta es un relato en primera persona que toma el punto de vista de un ente que habita una casa a la cual se acaba de mudar una familia. Así, con el paso de los días, nos convertirnos en este “fantasma” y atestiguamos los deseos y tribulaciones de un grupo de individuos aparentemente ordinarios. Hay que aclarar que esto no está ni cerca de ser considerado terror, pues Soderbergh no apela en realidad a ninguna de las convenciones del género. Se trata más bien de un drama familiar con ciertas implicaciones existenciales.

Presencia se une a otros experimentos recientes que han utilizado puntos de vita atípicos para situarnos de forma diferente en la acción. El problema con la cinta es que no hay mucho que diseccionar de ella ni algo interesante que destacar el experimento visual. Aunque también ciertamente trillada, pero más vistosa e inquietante, De Naturaleza Violenta (In a Violent Nature, 2024) ofrecía una experiencia más inmersiva; y ni hablar de Los Chicos de la Nickel (Nickel Boys, 2024), en donde la cámara es el personaje y las imágenes son poesía pura. Aquí solamente parece ser un truco que conduce a una revelación que, sí, lo justifica, pero que verdaderamente no dice mucho acerca de los protagonistas.
La película construye una historia alrededor del duelo, el trauma y la importancia de la familia para superar ambos. Su mayor fortaleza reside en la exploración de los lazos, las facciones al interior de ella y la desilusión que cada integrante tiene de sí mismo. Pero el guion de Koepp se adentra en cuestiones poco convincentes hacia la mitad, específicamente una relacionada con un antagonista cuyo desarrollo deja mucho que desear. Koepp delinea rápidamente a sus personajes, sin embargo, ninguno es lo suficientemente atractivo como para generar algo cercano a la simpatía, ni mucho menos empatía.

Presencia podría ser descrita como una mezcla entre la fallida Aquí (Here, 2024), de Robert Zemeckis, y la saga de Actividad Paranormal. Prescindiendo de jump scares, pero también de eso que nos permita involucrarnos en este mundo, Soderbergh y Koepp entregan un filme funcional en aspectos básicos, aunque sumamente unidimensional y carente de emociones. Con actuaciones apenas convincentes y un giro final innecesariamente intrincado, su nuevo proyecto se queda solamente en la promesa de algo distinto.
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