Brandon Cronenberg le ha hecho honor a su apellido en los últimos tiempos. Con Possessor (2020), el hijo del venerado cineasta canadiense nos adentró en un retorcido thriller de espíritu cyberpunk que, si bien tiene varios trazos de la obra de su padre, también cuenta la originalidad suficiente como para denotar el estilo y las intenciones de un artista con un discurso propio. Ahora, el heredero está de vuelta con Muerte Infinita (Infinity Pool, 2023), otra oscura exploración de la condición humana que, en esta ocasión, es más directa en su crítica hacia el uno por ciento. Desafortunadamente, un guion con muchos hoyos y una insistencia en querer abordar demasiadas temáticas hacen de su comentario algo superficial y tedioso.
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Imagen: Film Forge, Hero Squared, 4 Film, Elevation Pictures |
James (Alexander Skarsgård) es un escritor frustrado que está de vacaciones con su esposa Em (Cleopatra Coleman) en un resort ubicado en el país de Li Tolqa. Su estancia pronto se animada por el encuentro con la pareja conformada por Alban (Jalil Lespert) y Gabi (Mia Goth), esta última supuestamente fan del trabajo de James. Cuando todos juntos pasan una jornada en las afueras del complejo, a donde se les prohíbe ir debido a lo peligroso que resulta, un terrible incidente los pone contra la pared y a merced de las corruptas autoridades locales, quienes ofrecen a James, culpable de lo ocurrido, un surreal trato: pagar una cuantiosa cantidad para que quien sufra la pena capital en su lugar sea un doble exacto suyo.
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Imagen: Film Forge, Hero Squared, 4 Film, Elevation Pictures |
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Imagen: Film Forge, Hero Squared, 4 Film, Elevation Pictures |