Destino Final es una de esas franquicias que ha encontrado en la repetición una especia de refugio narrativo y una excusa para “asombrar” al espectador con cualquier cantidad de novedosas y aterradoras muertes. Tras un descanso de más de una década vuelve con una sexta entrega que absolutamente nadie estaba esperando, pero que definitivamente pudo haber sido peor de lo que cualquiera pudo haber anticipado. Se trata de una divertida pero ciertamente trilladísima película que solo será recordada por una o dos escenas.
Aunque no se mete a la comedia como tal, la saga siempre ha coqueteado con el género por la forma casi paródica en que aborda accidentes fatales imposibles. Destino FInal: Lazos de Sangre (Final Destination: Bloodlines, 2025), por supuesto, no es la excepción; aquí nos encontramos con hilarantes escenas para los amantes del gore que involucran camiones de basura, restaurantes elevados y hasta una máquina de resonancia magnética. Los aficionados a lo sangriento tendrá un día de campo con ella.

La historia, claro, es exactamente lo que te imaginas si alguna vez te has acercado a la serie: una mujer debe evitar que la Muerte vaya por ella y todos los que han podido evitarla momentáneamente gracias a un acto de premonición. No hay absolutamente ninguna novedad en lo narrativo; el final lleva a lo predecible, y no es necesario ostentar el poder de los protagonistas de la franquicia para saber qué ocurrirá. Su extensión tampoco ayuda; el largo tiempo que invierte en el prólogo y la súbita transición a la la trama principal no dejan muy bien parado al guion, que, claro, recorre los lugares más comunes de Destino Final.
Esta sexta parte se enfoca en la familia, principalmente en su aspecto más disfuncional y en los lazos familiares rotos. Aunque la exploración al menos intenta hacer un poco más que deleitarnos con el morbo y lo grotesco de la naturaleza de la saga, al final lo blando y poco profundo de los personajes desaprovecha por completo esta intención. Y, bueno, las toneladas de exposición son un peso constante. Por otro lado, el mejor momento lo esteriliza el difunto Tony Todd con un breve pero emotivo diálogo.

Lazos de Sangre es disfrutable en lapsos cuando aguardamos con expectativa las muertes y cuando captamos las referencias a entregas pasadas. Sin embargo, una narrativa agotada, actuaciones muy medianas y una historia básica reciclada del pasado no contribuyen a que destaque ni que se acerque a lo que nos dios la original. Vamos, El Mono (The Monkey, 2025), con un tema similar, ofrece un poquito más de sustancia.
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