Desanima darse cuenta de que tenemos por delante una época en que buena parte de la oferta cinematográfica de los grandes estudios estará conformada por remakes live action de películas animadas que son parte importante de nuestra vida. Disney, por supuesto, abrió la caja de Pandora hace años; gran rentabilidad y poco esfuerzo creativo: la combinación corporativa perfecta. Dreamworks y Universal no quieren quedarse atrás, y por eso nos presentan una versión de acción de la muy querida Cómo Entrenar a tu Dragón (How to Train Your Dragon, 2025), que, básicamente, es una copia exacta de la cinta de 2010, casi cuadro por cuado, chiste por chiste… Y entonces nos preguntamos: ¿cuál es el punto?
Primero, hay que admitir que el filme en cuestión es más que decente en muchos aspectos. A diferencia de los proyectos de Disney de la misma naturaleza, este sí tiene varios méritos técnicos y narrativos como para tener que apreciarlos en pantalla grande: el diseño de producción, el notable CGI, ciertas aspiraciones épicas, las emotivas escenas en las que vemos a Chimuelo e Hipo volar juntos por los cielos… El casting también deja un buen sabor de boca; Mason Thames y Nico Parker forman una gran pareja en sus distintas facetas, mientras que Gerard Butler se muestra comprometido con un personaje sencillo pero entrañable, traduciéndolo muy bien en este entorno real.

Pero así como la gran bestia que yace escondida en el nido de las dragones, que demanda alimento de los seres a los que tiene sometidos, el entretenimiento contemporáneo, regido por una visión capitalista desmedida que pisotea el arte cada vez que puede, devora todo a su paso para subsistir a costa de creadores, innovación y más. La maquinaria no puede detenerse, por lo que, a falta de ideas originales, y temiendo cualquier pérdida económica, empresas como Dreamworks y Disney nos entregan productos como este, extremadamente calculados y con una extrañeza evidente. Ver repetidos tal cual los chistes de los vikingos gordos o de Patapez genera, más que nostalgia, una incómoda sensación de déjà vu.
Es difícil hablar de Cómo Entrenar a tu Dragón más allá de una copia, bien hecha, sí, pero copia a fin de cuentas. Sí, una mención especial merece el equipo que creó esta nueva versión fotorrealista de Chimuelo; sus muecas y movimientos, que emulan a las de un perro, un gato y una lagartija por igual, convergen en una criatura digital adorable. Aunque no es como que los que lo animaron hace más de 15 años no lo hayan logrado. He ahí la redundancia: animar lo que ya estaba animado. Por otro lado, es cierto que la expresividad está presente, a diferencia de, por ejemplo, los animales en el remake de El Rey León (The Lion King, 2019).

Dean DeBlois, codirector de la original y director de esta entrega mencionó que la única razón por la que volvió era para que, básicamente, el estudio no se metiera con la esencia de su trabajo. Su posición es sumamente respetable, pero también un tanto conservadora. No hay duda de que las libertades creativas en las adaptaciones suelen incomodar a los fans, y muchas veces tienen razón; pero sí que hay ocasiones en las que valdría la pena explorar otros caminos y contar otras historias; como decía Bob Ross: “Vamos a volvernos un poco locos aquí”. Los remakes que alteran la esencia, como el de Lilo y Stitch (Lilo & Stitch, 2025), dejan tanto que desear como los que solo calcan. El punto medio parece la mejor opción.