Steven Soderbergh simplemente no para, y tan solo un par de semanas después de ver su nueva película —la sobrevalorada Presencia (Presence, 2024)— nos llega otra: Código Negro (Black Bag, 2025), un thriller de espías que le devuelve a su zona de confort —y que podríamos definir como el terreno medio entre Misión: Imposible y El Espía que Sabía Demasiado (Tinker Tailor Solder Spy, 2011)— y le permite trabajar con grandes actores como Michael Fassbender —que recuerda a su personaje en El Asesino (The Killer, 2023)— y Cate Blanchett. Si solo pretendes ver una de las dos películas del prolífico director, definitivamente tendrías que escoger esta, pues aunque el guion se mete en bastante problemas conforme avanza, en tan solo 90 minutos consigue crear algo ciertamente atractivo en algunos niveles.
Aun cuando estamos ante una cinta más de espías, Soderbergh y el guionista David Koepp —que también trabajó con el realizador en la ya mencionada Presencia— cambian un poco las reglas del juego y desarrollan a la par un drama marital y laboral cargado de una buena dosis de celos, intriga y malaleche. En sí, la trama tiene que ver, como siempre, con los malos robándole a los “buenos” un arma que puede causar un desastre global; pero, curiosamente, esto solamente es el trasfondo, pues a Koepp y a Soderberg lo que realmente les interesa es la dinámica tóxica entre tres parejas de espías, todas elegantes y sexys, que trabajan para un servicio de inteligencia británico.

Código Negro funciona como un “¿quién lo ha hecho?” —uno muy divertido, por cierto—; Koepp nos hace dudar constantemente sobre quién fue el responsable de de un acto de traición, mientras que Soderbergh le otorga todo el estilo a una cinta que se ve muy bien en la pantalla grande no solo gracias a los actores —Marisa Abela y Regé-Jean Page, además de los protagonistas, enamoran a la cámara con cada una de sus intervenciones—, sino también por una fotografía que aprovecha muy bien la iluminación en interiores y las locaciones.
Pero es cierto que el entramado narrativo del filme se va tornando cada vez más confuso; los constantes giros, las traiciones, las jugarretas y demás pronto destruyen el tablero y dejan varias dudas sobre quién es quién y cuál era su rol en el juego. Koepp abusa de la información, sin mencionar que en el tercer acto, cuando llega el momento de la verdad, todo se reduce a una sobreexplicación un tanto decepcionante y un final muy sencillo. Resulta curioso como el guion resuelva así sin más algo que parecía más complicado.

Código Negro es una buena película de espías que tiene sus mejores instantes cuando crea ese duelo entre la lealtad romántica y la profesional con todos los involucrados, “mentirosos profesionales”, como diría uno de ellos. Si bien no hay duda de que Soderbergh, Koepp y los actores nos atrapan en una guerra psicológica con bandos que cambian de integrantes constantemente, queda la impresión de que el embrollo aquí presentado se enredó más de la cuenta.