¿Debe un hombre seguir trabajando en lo que más ama sin que le importe en lo más mínimo recibir una moneda o aprecio por ello? Esta es una de las preguntas que se hacen los hermanos Coen en Balada de un Hombre Común, su más reciente cinta.
Aunado a todos sus tormentos, nuestro protagonista es alguien que piensa al corto plazo. Algunas de sus súbitas y poco reflexivas decisiones tienen serias repercusiones en su vida, ya sean de carácter económico o sentimental, estas son realmente las que rigen su camino.
Los espacios en los que se mueven los personajes no realmente de llamar la atención. El paisaje frío y lúgubre de Greenwich Village encaja a la perfección con la melancolía percibida, sobre todo en el café donde Llewyn y los demás suelen presentarse con demasiada frecuencia.
La presión y la sensación de cautiverio también se ve representada en los angostos pasillos que recorre Llewyn para poder accesar a las casas de algunos de los que le han dejado dormir en su sofá un par de noches. ¿Contra qué es lo que lucha Llewyn, contra el mundo o contra sí mismo? Es también relacionándose con sus colegas que nos percatamos de otra de las temáticas de la cinta, la autenticidad. ¿Hasta qué punto puede llegar a uno a vender su trabajo sin venderse a sí mismo?
Tras varias desgracias y más desaires, Llewyn vuelve a encontrarse con más cargas en su vida. En la recta final de al historia, este se ve involucrado con un beatnik (Garrett Hedlund) y un músico de jazz drogadicto e impertinente (John Goodman), todos viajan juntos hacia Chicago para compartir los gastos. Después de que el primero es arrestado, Llewyn se queda solo a la mitad de la carretera con el músico, quien acaba de sobrevivir una sobredosis de heroína y un nuevo gato, el cual terminó también bajo su cuidado. Una encrucijada más se abre en su vida ¿hacerse cargo del molesto músico de jazz? Para nada, ni siquiera lo conoce ¿y el gato? Llewyn toma finalmente una decisión. Ha tenido suficiente, es hora de luchar por lo que de verdad quiere.
De regreso a casa, Llewyn se enfrenta una vez más ante otra difícil decisión. SPOILER ADELANTE. Temprano en la cinta, este se entera que una de sus ex novias tuvo un hijo suyo cuando él creía que había abortado. Mientras va en la carretera manejando el auto de un hombre que le dio aventón, Llewyn pasa por la ciudad en donde supuestamente vive su primogénito, la próxima salida está enfrente. ¿Necesita Llewyn hacerse cargo de alguien más cuando ni siquiera puede consigo mismo? Llewyn pasa de largo y vuelve a lo único que conoce, su música. TERMINA SPOILER.
Llewy está precisamente en lugar donde él quiere, aunque no se haya dado cuenta todavía. Fueron sus precipitadas decisiones las que lo llevaron hasta este punto de su vida. Resulta sumamente interesante poder saber qué es lo que piensa de toda la situación. ¿Será un castigo, es así como debe ser su existencia?
Hablar del final sería muy revelador, pero basta con decir que el desenlace de este personaje enmarca los deseos que han terminado por estancarlo y sumirlo en un bucle del cual quizá nunca pueda salir.
Los momentos musicales de la cinta son altamente disfrutables, sobre todo en el que Jim y Llewyn tienen que grabar un tema en un estudio. Realmente divertido.
Es una pena que Balada de Un Hombre Común haya recibido tan poco amor de la Academia. La historia es tan familiar y original a la vez que permite complacer a todo tipo de público. Si, el final es un tanto enigmático, pero este nos deja reflexionando sobre lo que Llewyn más quiere en la vida. Este se elige a sí mismo, no es que quiera ser alguien distinto, sino que sabe que solo en él esta la supervivencia como músico y como persona.
La nueva cinta de los Coen es sin duda un gran logro cinematográfico en todos los sentidos. Retratando la decadencia y misterio de la escena folk neoyorquina de los 60, los directores han insertado en ella frustraciones y aspiraciones muy humanas que hacen sentir a sus personajes sumamente convincentes. De hecho, la vida de Llewyn estás basada vagamente en la de Dave Van Ronk, un músico que fue ícono de Greenwich Village en esa época. Vaya guión que han hecho esta vez.
Esperemos que el talento de los Coen siga entregándonos películas como esta en el futuro.