“No nacimos para vivir oprimidos”, dice un palestino habitante de Masafer Yatta, Cisjordania, un conjunto de aldeas que el Estado de Israel ordenó destruir hace unos años porque “invadían la zona de maniobras de los tanques del ejército”. Extranjeros en sus propias tierras. No Other Land (2024) retrata lo inhumano y la maldad de este acto, uno de tantos perpetrados en contra del pueblo palestino por décadas, y que gracias al valiente trabajo de un colectivo de activistas ha quedado capturado en video como una obra que trasciende su naturaleza fílmica. He aquí un testamento del mal que habita en este mundo y el sufrimiento innecesario que causa.
Basel Adra, Hamdan Ballal, Yuval Abraham y Rachel Szor, los activistas y periodistas detrás de este proyecto, podrán no tener educación cinematográfica, pero lo que lo han logrado escapa de cualquier enseñanza. Esta colección de videos caseros y de los ataques de las Fuerzas de Defensa de Israel emerge como un acto de resistencia que permite dar a conocer el mundo las atrocidades aquí llevadas a cabo. En varias escenas, Basel y Yuval —uno palestino y el otro israelí— se preguntan acerca del alcance de su labor, sobre todo en redes sociales. Ahora están nominados al Óscar.

No Other Land retrata la tragedia que vive una población que se aferra tanto a sus tierras como una vida en paz; las imágenes de los tractores destruyendo escuelas y corrales de animales son particularmente desgarradoras. Basel, principalmente, emerge como un paladín de la verdad que arriesga su vida para tratar que esta se dé a conocer. En estas grabaciones incorpora también su sentir al incorporar de forma sutilmente.
Una escena al final engloba de forma magistral el propósito de este documental. Basel y Yuval dialogan sobre el significado de su trabajo, su presente, su pasado y su futuro. “¿Tú te vas a casar?”, pregunta Yuval; “No sé”, le contesta Basel. La incertidumbre que emana de esta conversación despierta una sensación de impotencia y un enorme sentimiento de ira. Lo estoico de estos jóvenes, y, por ejemplo, de una madre que tiene a un hijo paralizado a causa de un balazo durante las protestas en contra de la colonización, hablan del espíritu inquebrantable de una sociedad atacada simplemente por el hecho de existir.

No Other Land hace palpable el apartheid de los palestinos a manos del gobierno israelí y remarca la importancia de grabar/filmar; una manera de dejar un testimonio a las futuras generaciones de la lucha de sus antepasados y de la vileza de aquellos que hicieron todo lo posible por exterminarlos. Yuval, Basel y el resto de equipo nos han entregado una de las películas más importantes de los últimos tiempos y un recordatorio del poder del arte en busca de cambiar una realidad. “Cuando comenzó nuestro final, empecé a grabar”.