Capitán América: Un Nuevo Mundo (Captain America: Brave New World, 2025) es como si a Marvel simplemente ya no le importara, como si todas las películas entre sus grandes eventos sirvieran solamente para tener algo en cartelera y calmar la sed de sus fans, sin importar que estas no tengan sentido o que al menos ofrezcan cierta dosis de entretenimiento.
Esta nueva entrega, la primera con Anthony Mackie como protagonista y adoptando la identidad del Capitán América, no solo es la peor de la franquicia, sino también una de las más olvidables de la década hasta ahora. Es una pena por Mackie, porque lo que han creado alrededor de él es lamentable en todo sentido, desde la historia hasta el mundo que habita. Un Nuevo Mundo, básicamente, parece un episodio extendido, y muy malo, de la serie que encabezó para Disney+ hace unos años.
Todo en la cinta luce barato o tosco, incluyendo el CGI, los vestuarios y hasta el maquillaje (la caracterización de uno de los villanos parece salida de un filme de serie Las composiciones, la integración de los actores en entornos digitales y la corrección se conjugan para mal generando un distractor muy importante. Cuesta trabajo creer que estamos ante un blockbuster de casi $200 millones de dólares.
Marvel vuelve a mostrar su incapacidad para crear villanos convincentes; Giancarlo Esposito pasa completamente desapercibido como Sidewinder, mientras que otro sorpresa tampoco deja una muy buena impresión, principalmente por lo ya mencionado y por lo unidimensional de su presencia. Y luego está Harrison Ford, que quizá se la pasó bien filmando, pero su actuación está lejos de ser convincente o siquiera peculiar. En ese apartado, la cinta no ofrece nada.
Y tampoco en lo narrativo, pues la trama replica, en su mayor parte, El Soldado del Invierno (Captain America: The Winter Soldier, 2014), pero alrededor de un misterio muy pobre e implicaciones superficiales, y se complica bastante con burdos enredos. El thriller geopolítico que nos vendieron brilla por su ausencia. Y claro, los hoyos en el guion se hacen presentes con cualquier cantidad de conveniencias y cosas apresuradas para mover la historia y conducir los acontecimientos a una batalla final con un desenlace sin emoción alguna. Sorpresivamente, esto termina siendo una secuela de El Increíble Hulk (The Incredible Hulk, 2008) que nadie pidió.
Lo rescatable de Un Nuevo Mundo son algunas insinuaciones a la lucha racial, la deuda histórica que Estados Unidos tiene con las minorías, el papel del país como bravucón en la escena internacional —más pertinente, imposible— y al conflicto interno de Sam Wilson, que se enfrenta al hecho de tener que estar a la altura de un símbolo como su predecesor. Desafortunadamente, lo anterior ocupa apenas una ínfima parte de la película, una olvidable y preocupante para el futuro del MCU, cuyo rumbo, a diferencias de otros años, no luce claro.
