Wallace y Gromit están de vuelta con otra aventura en plastimación, y aunque su historia no sea particularmente estimulante, su corazón es suficiente como para darle el visto bueno a lo nuevo de Aardman.
En esta ocasión, el director Nick Park y su equipo abordan nuestra insana obsesión con la tecnología a través de una linda comedia cuya evidente moraleja se manifiesta en la deshumanización de Wallace, la preocupación de Gromit y los peligros de la homogeneización. Y así inicia una aventura que les lleva al ciertamente esperado pero divertido territorio de encontrarse de nuevo como compañeros.
Uno de los aspectos más esperados de la película, por supuesto, era el regreso de Feathers McGraw, icónico villano del universo de Aardman a quien no veíamos en acción desde hace mucho tiempo. Sus escenas son hilarantes; su inexpresividad es su mayor virtud y lo que lo distingue como una fuerza de absoluta maldad.

Desgraciadamente, su presencia es opacada por la decisión creativa de crear otro antagonismo en forma de un grupo de gnomos de jardín inteligentes, los cuales, a decir verdad, se vuelven molestos muy temprano. Se entiende la intención de crearle algo así como una especie de minions a McGraw, pero esto al final impide que la mente criminal tenga mayores momentos para brillar, la mayoría de los cuales están hasta el tercer acto, cuando la cinta se vuelve casi una Misión: Imposible o una entrega del 007 (con el villano haciéndola, prácticamente, de Blofeld).
La subtrama de los policías tampoco convence del todo. Los personajes resultan algo irrelevantes, quitándole también tiempo a Wallace y Gromit en pantalla.
Aun así, Wallace y Gromit: La Venganza se Sirve con Plumas (Wallace & Gromit: Vengeance Most Fowl, 2024) vuelve a dejar en claro que nadie hace claymation como Aardman; la imperfección del trabajo mantiene viva la esencia de un estudio que se preocupa siempre por procurar el alma de sus filmes (la antítesis de crear historias con algoritmos). Lo narrativo nunca ha sido su fuerte, pero cuando tienes 80 minutos de pura diversión, geniales referencias a la cultura popular (como Gromit leyendo a Virgina Woof) y un nivel de animación increíble, nos damos por bien servidos.