
Está de más hablar sobre su apariencia física en esta película, ya que restaría importancia a sus muy buenas interpretaciones, pero sí hay de admitir el impacto que causa ver a un McConaughey casi en los huesos.
Cuando la cinta se apega a las fórmulas es cuando más convincente resulta y los momentos en los que el director trata de lucir su lado artístico son sin duda los más débiles. Me refiero particularmente a una escena en la que Woodroof se encuentra en el centro médico clandestino mexicano donde se abastece de medicinas; ahí, encuentra un cuarto lleno de mariposas que son usadas para fines médicos. Al entrar a la habitación, estas rápidamente se posan sobre él haciéndolo sentir libre y en paz, una completa redundancia de la batalla que ya está librando no solo contra sí mismo sino con el sistema.
En suma, Dallas Buyers Club es una película que logra su cometido, pero queda muy lejos de poder cautivar y emocionar realmente. Podrá llegar a conmover a algunos, pero a pesar de las excelentes actuaciones de sus protagonistas, no hay nada más que resaltar de esta obra.