A David Fincher le encantan los thrillers. Un rápido vistazo a su filmografía nos deja en claro que este es su género predilecto. Desde Seven hasta La Chica del Dragón Tatuado, Fincher ha demostrado un gusto extraordinario por los rompecabezas de todos los tipos y tamaños, ya sea adentrándonos en el caso de un asesino serial inspirado en los siete pecados capitales o en la búsqueda de una mujer perdida en el marco de un melancólico panorama escandinavo. Por supuesto, su obra no es perfecta ni mucho menos, algunas de sus cintas no han sido tan efectivas como él quisiera, pero hay que darle el crédito a un hombre que paso de ser al tipo que casi acaba con la saga de Alien a ser uno de los realizadores de Hollywood con el que todo mundo quiere trabajar. Ahora, con Perdida, Fincher regresa al juego con la intención de darle un giro al género que lo ha hecho famoso.
Son a través de pequeños flashbacks que Amy nos cuenta la versión de su vida como pareja y nos da un panorama de la evolución de su relación con Nick. Es así como podemos conocer los supuestos motivos por los que Amy incurrió en su plan maestro para vengarse de su esposo.
Las actuaciones en general son convincentes, y aunque ninguna sobresale de entra las demás, la intensidad dramática que aporta cada uno es justo la necesaria para hacer creíbles sus papeles. Si habría que comentar algo más sobre alguna de ellas serían de la de Perry, quien nos presenta a un personaje carismático y gracioso, y aunque sus intervenciones son mínimas, Perry da en el clavo, sobre todo teniendo en cuenta los roles que ha interpretado en el pasado.
Otra de las temáticas principales de la cinta es la influencia de los medios sobre la opinión pública. El caso de Amy pronto se convierte en una noticia de interés nacional. Por su extraña actitud y por el gran plan de su esposa, Nick se convierte en el hombre más despreciado de toda la nación. Su representación en los medios pronto se ve retorcida por líderes de opinión sin criterio que solo buscan la nota del día. De igual manera, otro de los tantos giros de la historia ve a Nick asistiendo a un popular programa de entrevistas en donde, gracias a su buen desenvolvimiento y el papel que asume como mártir, logra cambiar la percepción del público hacia su persona. Aunque aquí Fincher y su guionistas no son tan sutiles, es un aspecto interesante a tomar en cuenta, ya que resulta fundamental para el desarrollo de la historia y que logra justificarse con lo anterior.
Para el final del segundo acto, un vuelvo más en la trama nos lleva a unas circunstancias que igualmente pueden resultar previsibles, pero que nuevamente resultan convincentes y hasta cierto punto sorprendentes. Sin embargo, ese pequeño epílogo al que podríamos llamar el tercer acto, en donde Nick se reúne con su esposa, nos deja un poco a deber. La postura que toma cada uno ya no parece tener la misma fuerza de las que tuvieron anteriormente; queda una sensación de que la resolución pudo haber sido otra. Uno podría pensar ¿tanto embrollo para terminar en el mismo lugar? Puede que sí, pero vaya que la travesía ha valido la pena, tanto como para ellos como para el espectador.
Perdida es una película que, con dos y horas y media de duración, se siente sumamente liviana y sin ninguna complicación más allá de lo evidente. Fincher, pero sobre todo Gillian, optaron por presentar un thriller sumamente atípico con varios factores añadidos que lo hacen destacar todavía más del resto. Uno de ellos es claramente la música de Trent Reznor y Atticus Ross, quienes nuevamente colaboran con Fincher con composiciones envolventes muy discretas, pero que le añaden ese toque misterioso y hasta irónico a toda la atmósfera. A comparación de su trabajo en Red Social y en La Chica del Dragón Tatuado, la música ahora es mucho más minimalista, esto sin dejar de ser la protagonista por varios momentos de la cinta.
¿Conocemos realmente a nuestra pareja? ¿Por qué aparentamos todo el tiempo? La relación de Nick y Dunne, llena de apariencias y poses, es la representación del amor en una época en la que lo económico, lo externo y lo que los demás piensan son más importantes que lo que sentimos por alguien más. Ni siquiera cuando Nick descubre que Amy está viva, este deja de aparentar con ella, aunque no lo haga de manera intencional; así, cuando su entrevista en donde se hace pasar como víctima sale al aire, Amy la ve y vuelve a enamorarse de un hombre que, en un principio, estaba aparentando igualmente para poder abordarla. Al final, cuando Nick y Amy se reúnen, esta última desea seguir haciéndolo, ser alguien que no es para poder ser feliz, cosa que fue lo que le hizo tomar la decisión más radical de su vida. Puede parecer una contradicción, pero al final, habrá que preguntarnos: ¿de qué nos enamoramos, de la realidad o de las apariencias?