
Anderson cuenta con participaciones especiales de varias grandes estrellas, como Benicio del Toro, Reese Whiterspoon y Owen Wilson, pero ninguna de ellas logra tener el suficiente impacto como para dejar alguna impresión. Del Toro aparece apenas un par de minutos, mientras que Wilson interpreta a un extraño hombre alejado de su familia en una subtrama que nunca termina de cuajar. Josh Brolin, quien hace el papel de “Bigfoot”, agente policiaco a veces amigo y en ocasiones enemigo de Doc, cumple con una buena y graciosa actuación, pero el guión lo mete en problemas en varios momentos, ya que su dinámica con el protagonista es errática y siempre en constante cambio.
Algunas cosas son rescatables, como esas notas realismo mágico que podemos apreciar cuando la narradora se introduce en la trama y sigue contando mientras va de copiloto de Doc en su auto. Esto genera una inquietante duda: ¿habrá que estar drogado para poder disfrutar esta película?
Al final, es muy probable que ni siquiera sepamos que ha pasado durante la larguísima trama. A pesar de todos esos difíciles embrollos, malos entendidos y confusiones, es posible que nada haya ocurrido. Doc sigue siendo el mismo marihuano de siempre, los criminales andan libres por las calles de Los Ángeles y los hippies siguen emanando ese aroma a pachuli. ¿Qué nos deja entonces Vicio Propio? Sin duda, la primera gran decepción de Paul Thomas Anderson es muchos años.