
Una comparación con Las Vírgenes Suicidas probablemente viene al caso. La cinta de Sofia Coppola, basada a su vez en la novela de Jeffrey Eugenides, guarda algunas similitudes con Mustang. La más obvia de todas es el argumento: cinco bellas y vírgenes hermanas son presa de una tirana figura materna que inhibe cualquier síntoma de su misma personalidad. Seguramente Gamze Ergüven habrá tenido en cuenta el gran parecido de ambas narrativas, pero el verdadero valor de su obra radica en el impacto social de la misma. Mientras que en Las Vírgenes Suicidas tenemos a cinco niñas que solo quieren ser rebeldes porque sí, en Mustang nos encontramos con una verdadera opresión y con todo un inquietante trasfondo cultural. La obsesión por sustraer de la individualidad a alguien es sumamente pasmosa.
Pero entra la tragedia fraternal también hay un pequeño espacio para un par situaciones cómicas que ilustran a la perfección la vida en donde los pensamientos retrógradas todavía abundan. Escenas como en las que las niñas se van a un partido de futbol a escondidas y la abuela tiene que cortar toda la electricidad del pueblo para evitar que el tío las vea en la televisión, o aquellas en donde los hombres se reúnen para ver los partidos en un cuarto, mientras las mujeres ven telenovelas en otro, sin duda nos hacen reír, pero también nos advierten de los prejuicios establecidos por la sociedad misma.
Mustang es una excelente película sobre lo que significa ser mujer dentro de una cultura que no les da el lugar que deben de tener. Con un gran tacto y una muy buena dirección, Gamze Ergüven hace una crítica a la identidad nacional de su tierra y a la inhibición de la misma belleza que emana de toda mujer. Será un verdadera placer seguirle la pista a esta directora.