En una era en la que las películas de superhéroes únicamente se han dedicado a explorar el concepto del bien contra el mal, Deadpool emerge como un bicho raro, para bien y para mal. Batman, Capitán América, Iron Man, Superman y una multitud más han enmarcado una definición de superhéroe que, a pesar de tener distintas versiones, se limita a un individuo que lucha por la justicia y la defensa de los desamparados. A pesar del gran éxito que han logrado casas de cómics como Marvel al llevar sus más rentables propiedades al cine por sí mismos, los superhéroes bienintencionados y políticamente correctos en algún momento dejarán de ser relevantes. ¿Qué es lo que necesita el género para no encontrarse con la inevitable indiferencia del público? ¿Es la irreverencia de un personaje como Deadpool lo que verdaderamente se necesita? La respuesta podría ir más allá de los millones de dólares generados en taquilla.