Dicen que se supone que son los hijos quienes deben enterrar a sus padres y no al revés. Si esto no ocurre ¿qué sucede cuando un padre se despide de uno a quien apenas conocía? Sin duda el dolor debe ser todavía más insoportable. El rechazo de un hijo es difícil de aceptar. Las vidas separadas terminan por crear individuos a los que algunas vez consideramos familia y que ahora son casi unos completos extraños. En Valley of Love, una pareja no solo se enfrenta ante este terrible hecho, sino a una extraña llamada de alguien que se supone debe estar muerto. Tratando de buscar una explicación, los padres se reencontrarán para recordar a su hijo y encontrar la paz de una vez por todas.
Gérard e Isabelle afrontan esta situación de manera diferente. Mientras que el primero lo ve como un castigo por haberse separado de Michael, Isabelle entiende que quizá podría ser la forma en que este pretendía unirlos una vez más. Ninguno sabe con certeza si la verdad será revelada, pero lo que ambos experimentan, en lo que pronto se convierte en una insoportable estancia, es una conexión que va más allá de lo romántico o lo familiar, se trata más bien de un vínculo emocional relacionado con la dolorosa pérdida. Ambos comparten su dolor al igual que se restriegan en la cara el desenlace de Michael, algo completamente natural y que Nicloux captura acertadamente. Lo que no queda del todo claro son las motivaciones de cada uno para haberse apartado.
Sea como sea, Depardieu y Huppert hacen un buen trabajo como esta pareja de divorciados. Nicloux se pone un poco meta al concebir a sus personajes como una extensión de sus mismos actores, algo así como si los franceses estuvieran interpretando una hipotética versión de sí mismos. Ambos son actores cuyo nombre es imposible de recordar por los huéspedes del hotel californiano en el que se están hospedando. Su trato condescendiente a los demás también parece ser un signo inequívoco de esto; aún así, lo más notable se puede apreciar en su interacción, como si realmente se hubieran casado y divorciado en la vida real.
Visualmente hay algunas cosas que se pueden destacar. La locación se presta para una que otra toma digna de apreciar, como los distintos puntos del Valle de la Muerte que visitan los ex-esposos. También hay dos escenas en donde la iluminación llama la atención, como cuando Gérard se encuentra con una niña deforme en un momento onírico, o la del final, en donde Isabelle lo espera sentada en un banca para finalmente encontrar la comunión que estaba esperando. Desafortunadamente, la buena fotografía no exime al director de un trabajo narrativo que podría ser considerado como mediocre.
Valley of Love es una cinta con una premisa interesante pero con un pobre desarrollo. Nicloux establece una buena dinámica entre sus dos personajes sin darse cuenta que esta es opacada poco a poco por lo irrelevante que la trama llega a ser. Cambiar la página resulta necesario para poder seguir con nuestras vidas. El director plantea este dilema en el desenvolvimiento de Gérard e Isabelle, quienes después de una gran revelación parecen ya no tener nada más qué decir.
Quienes encuentren algo valioso en Valley of Love podrán disfrutar mucho más con Más Fuerte que las Bombas, obra que también participó en Cannes el año pasado y que, aunque también tiene varios defectos, aborda el duelo de una familia de una forma más profunda y con un poco más de dramatismo. Curiosamente, Huppert también actúa en ella.