Podemos entender la vida como una línea recta, un camino que trazamos con nuestras acciones y decisiones y que solo puede ir para adelante; nunca podremos dar vuelta atrás y deshacer lo que hemos hecho. También podríamos verla como un círculo, un viaje que eventualmente nos llevará al mismo lugar, y no necesariamente un espacio físico, sino más bien un reencuentro con la persona que siempre hemos sido y que creíamos haber dejado atrás. De esta segunda manera es más o menos como podemos entender la segunda parte de Trainspotting, la esperadísima continuación de uno de los últimos clásicos cine y cuyo impacto sigue haciendo eco hasta el día de hoy. En ella, nos encontramos con los icónicos personajes reviviendo una serie de aventuras que, para bien o para mal, los devolverá al sitio que pertenecen.