
Al final, Paul y Sarah, buscando protegerse a sí mismos, se entregan totalmente a la paranoia y al inevitable caos que probablemente ha consumido a la sociedad, algo más potente que el virus que lo ha destruido todo. Sin hacer uso de recursos grandilocuentes como algún tipo de giro inesperado, Shults únicamente apela a la fuerza dramática de sus actores y la solidez de su guión. El escenario postapocalíptico no guarda ningún secreto, pero sí que refuerza el aislamiento de estos personajes y la desesperación por enfrentar algo desconocido. Con Viene de Noche, Shults ha dejado de ser una promesa para convertirse en una realidad del cine independiente. El talento que ha demostrado para concebir personajes muy complejos atormentados por circunstancias fuera de su control es realmente notable. Habrá que seguirle la pista.