Steven Soderbergh es un tipo que siempre ha buscado formas disruptivas de presentar sus historias, sobre todo después de haber vuelto del “retiro”. En Presencia (Presence, 2024), el director, de la mano del alguna vez muy cotizado guionista David Koeep, le entra de alguna manera a lo sobrenatural con una íntima crónica sobre la muerte