En el culmen del vórtice de perdición en el que está sumida Sara Goldfarb, aquel personaje encarnado por Ellen Burstyn en Réquiem por un Sueño (Requiem for a Dream, 2000), la casa se convierte en una extensión del delirio y responde a la deriva personal, contrayendo espacios y trastornando la iluminación en verdes agrestes junto