La figura de Walter Mercado trascendió cualquier prejuicio, creencia y gusto. Como uno de los personajes más peculiares de la televisión de finales del siglo pasado, el psíquico puertorriqueño emanaba misterio y una inquebrantable seguridad. Independientemente de creer o no en su contenido, su imagen era suficiente para retener, al menos por un momento, a