El día pintaba bien. Cielo despejado y un ambiente citado exuberante (que disfruté en plenitud por primera vez) eran bueno augurio. Todo cambió en Six Flags. Al formarnos para entrar, las primeras gotas de lluvia caían mientras una enorme nube negra y horrenda amenazaba la noche. Extrañamente, el parque estaba cerrado por lo que los